
La depresión navideña: 6 causas y 7 soluciones
La depresión navideña, también conocida como depresión blanca, es un tipo de trastorno estacional que aparece en algunas personas al llegar estas fiestas. Se suele manifestar como un sentimiento de tristeza y cierta desmotivación ante la idea de celebrar la Navidad.
No son pocas las personas que se sienten así y tampoco son pocas las que pierden la ilusión al verse envueltas de familiares que no cooperan. Al final, unos se retroalimentan a otros y puede acabar creándose un fuerte rechazo hacia estas celebraciones.
¿A qué se debe la depresión navideña?
A continuación, mencionamos las 6 causas más comunes que te pueden llevar a tener estos sentimientos de tristeza y desmotivación cuando se acercan estas fechas:
1. Hemos perdido conciencia del significado de la Navidad
Es importante señalar que, hace años, la Navidad tenía un significado totalmente religioso y se celebraba el nacimiento de Jesús. Las personas estaban contentas recordando y celebrando este hecho. No obstante, en la actualidad, la tradición de juntarse en estas fechas ha adquirido, para muchos, un significado diferente: son fechas para reunirse y fortalecer la unión familiar, olvidando el origen de la celebración. Por este motivo, la gente puede estar triste si falla alguno de los componentes que acompañan ahora a “la nueva Navidad”.
Es como si a una persona muy religiosa le dijéramos que, en realidad, Jesús nació otro día. Ella, inmediatamente, querría cambiar de fecha la celebración. Entonces, si a una persona que ha aprendido que el significado de la Navidad es familiar le decimos que ya no están todos sus familiares, quizás sentirá que la fiesta ya no tiene sentido y la verá como “el aniversario del día en que se juntaban todos”, cosa que, evidentemente, la pondrá en contacto con la tristeza. Seguramente, querrá pasar de puntillas por estas fechas y no celebrar nada.
2. Echamos de menos a algunos familiares
La depresión navideña no suele darse en niños debido a que, en general, cuando somos pequeños, tenemos en nuestra mesa a muchos más familiares que cuando vamos creciendo. Antes la gente tenía más hijos, recorría muchos km para juntarse ese día con sus familiares y no existían los móviles que ahora nos distraen y distancian de los de la mesa. Además, a eso se le suma que, a medida que vamos creciendo, inevitablemente perdemos a algunos parientes, puede ser porque han fallecido o porque hemos perdido el contacto con ellos.
Ahora nos juntamos y nos es difícil obviar esas pérdidas, al mismo tiempo que prestamos menos atención a los que todavía siguen con nosotros, sin pensar que eso nos podría ayudar a seguir disfrutando de estas reuniones.
3. Parece obligatorio ser feliz
Parece que todo el mundo es feliz en Navidad. La gente sonríe, por la calle y por la tele. Entonces, ¿será que nosotros somos los raros?
Debido a esta publicidad que se da a estas fechas, es posible que nos sintamos solos en nuestro sentimiento o que pensemos que tenemos que disimular y dar la talla para que otros familiares no lo pasen mal o, simplemente, para no ser diferentes.
4. Hay que comprar regalos
Por otra parte, con la edad, desaparece ese sentimiento de magia que teníamos al pensar en los Reyes Magos y aparece el estrés de tener que gastar dinero, acertar con los regalos y comprarlos todos a tiempo.
La magia puede dejar lugar a la depresión del consumismo, a sentir que nos quedamos sin nada o que las compras no tienen sentido.
5. No tenemos ganas de reunirnos con algunas personas
Si bien podemos echar de menos a algunos familiares, es posible que tengamos que asistir a algún encuentro demasiado protocolario o con alguien con quien tengamos problemas. Quizás no nos apetece encontrarnos con ese cuñado inoportuno o con esa tía que nos pregunta delante de todos si ya hemos solucionado nuestros problemas de ansiedad.
En algunas familias, las reuniones parecen una exhibición de logros y cada uno aprovecha para sacar y mostrar sus más coloridas plumas. Quizás no te sientes cómodo/a con ello. O, lo peor de todo, quizás hay algún personaje no empático en tu mesa.
6. Se acaba el año y, quizás, no estamos satisfechos con lo que hemos conseguido
Con estas fiestas acaba también el ciclo anual. Es probable que te pongas a recapitular aquellas cosas que te propusiste en enero y que hagas especial hincapié en aquellas que no pudiste conseguir. ¿Lo conseguirás este año? ¿Has cambiado tus objetivos? ¿Pusiste mucho empeño en un objetivo que finalmente abandonaste? Son preguntas que pueden pasar por tu mente.
¿Cómo hacer para aliviar este sentimiento de tristeza?
1. Recuerda enfocarte en las personas que todavía están contigo, en vez de hacerlo en aquellas que perdiste. Quizás al principio sea difícil, pero si consigues dirigir tu atención hacia lo positivo luego te saldrá sin esfuerzo.
2. Si tienes niños pequeños, puedes aprovechar eso para coger fuerzas: puedes centrarte en que se lo pasen bien y en crear esa magia para ellos. A veces, adoptar un rol distinto en una situación puede hacer que superemos nuestra tristeza. Además, estar física y emocionalmente ocupados nos ayuda a contrarrestar las obsesiones.
3. Entre adultos no es necesario fingir. No tienes que dar la talla ni ser el/la más feliz de la mesa. Si estás triste, estás triste. Eso te quitará presión. Una cosa es boicotear o mostrarte no cooperador, y otra ser humano.
4. Por otra parte, recuerda que, si hablas de cosas bonitas, probablemente se te sume alguien. Si sois unos cuantos los que os sentís tristes, no conviene crear una conversación que fomente esa tristeza.
5. Si una reunión te pone especialmente triste, o hay alguien que siempre consigue incomodarte, recuerda que puedes decidir no ir. Quizás no acabes de creértelo, pero así es. No estás realmente obligado/a a asistir a ninguna reunión, a menos que estés a cargo de alguien. Y tampoco estás obligado/a a decir el verdadero motivo por el que no vas.
6. En cuanto a los regalos, decide si quieres unirte a eso de dar y recibir regalos o no te apetece. Si es que sí, intenta organizarte con un poco de tiempo para no gastar más de lo que querrías y para comprar algo más acertado para cada uno/a. Eso te dará tranquilidad.
7. No pierdas de vista que puedes generar tu propia idea sobre estas fiestas. Puedes aprovechar para hacer limpieza y empezar el año como nuevo/a (es una tradición japonesa), también puedes retomar el contacto con viejos amigos aprovechando la excusa de felicitarles las fiestas, puedes hacer manualidades de toda clase (tarjetas, elementos decorativos, las posibilidades son infinitas), puedes hacerte un cambio de imagen para despedir el año… ¡Tú decides!
¿Te ha servido este post? ¿Alguna vez has tenido síntomas depresivos en Navidad? Comparte tu experiencia y deja un comentario.
¡Un abrazo!