
La cuenta bancaria emocional
El escritor Stephen R. Covey creó una metáfora sobre las relaciones humanas en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Explicaba que la confianza crece de un modo similar al del capital de una cuenta bancaria y que para tener una relación sana con alguien es necesario que nuestras aportaciones sean superiores a nuestros retiros.
Es habitual tener una sensación de alivio y seguridad cada vez que ingresamos dinero en el banco: cada ingreso permite que crezca nuestra reserva y que podamos retirar una cantidad de vez en cuando. Después de un retiro, nos comprometemos mentalmente a volver a ingresar, para volver a esa sensación tan agradable.
En las relaciones humanas pasa algo similar: construimos la confianza a partir de pequeños y grandes actos hacia el otro y, a cambio, esperamos obtener ciertos recursos emocionales cuando sea necesario. Nuestro nivel de ingresos ha de ser constante y suficiente para cubrir los gastos que vayan surgiendo y nunca quedarnos en números rojos.
¿Qué ocurriría si fuéramos al banco a retirar nuestro dinero y no nos lo dieran? Dejaríamos de confiar en esa empresa y pensaríamos que no tiene sentido ingresar dinero en la cuenta. Del mismo modo, si invertimos en una relación que no nos devuelve lo mismo, llegaremos a la conclusión de que la relación no tiene sentido.
¿Cómo podemos hacer ingresos en nuestra cuenta bancaria emocional?
Según Covey, hay 6 formas de ir construyendo confianza con otra persona:
- Atender a las cosas pequeñas (sonreír, ser amable)
- Comprender al otro (conocerlo, interesarse por él, intentar entender sus puntos de vista, etc)
- Cumplir las promesas que le hagamos
- Pedir perdón si nos equivocamos (y comprometernos a no cometer los mismos errores una y otra vez)
- Demostrar integridad personal
- Decirle qué esperamos de él/ella
¿Cuándo quiebra la cuenta?
Imagina tener como pareja a una persona que te habla de forma poco cariñosa, que a veces te mira con desprecio, que no te escucha cuando tenéis algún desacuerdo, que incumple sus promesas, que desvía la culpa hacia ti cuando se equivoca (o desaparece hasta que lo/la perdonas), que no tiene unos valores definidos sino cambiantes y que espera cosas de ti pero no te las dice. Te resultaría imposible confiar en esa persona, especialmente si hubieras invertido emociones y tiempo en ella.
Lamentablemente, es habitual encontrarse alguna vez con este tipo de relaciones, hacer ingresos en una cuenta emocional que constantemente se queda en números rojos porque el otro no invierte nada. Puedes notar ese descubierto de muchas maneras, por ejemplo:
- Siempre escuchas sus quejas cuando está triste, pero cuando tienes un mal día y necesitas que te anime no te presta atención.
- Haces una broma que normalmente le hace sonreír y, de pronto, te dice que nunca le ha hecho gracia.
- Trabajas activamente para aumentar la autoestima de tu pareja y, cuando lo consigues, te dice que merece a alguien mejor que tú.
Es normal que se generen ciertos gastos con el paso del tiempo y debido a la rutina. A veces son gastos imprevistos, quizás descargamos nuestras emociones negativas sobre la otra persona después de un día agitado en el trabajo, descuidamos nuestra imagen en una cena romántica que el otro ha preparado con mucho cariño u olvidamos cumplir algo que habíamos prometido. Por este motivo, igual que ocurre con nuestras cuentas bancarias, es importante que hagamos aportaciones constantes y que siempre tengamos una reserva.
Si hemos hecho un buen trabajo al construir la confianza, en momentos de crisis, podremos recurrir a nuestro capital emocional para arreglar las cosas. Tendremos recursos si necesitamos retirar un extra y no nos quedaremos en números rojos cada vez que haya un imprevisto. Por otra parte, nos ahorraremos la angustia que supone no saber si vamos a llegar a fin de mes o nos van a cerrar la cuenta.
¿Cómo tener una cuenta bancaria emocional saneada?
Invertir en una relación es invertir en confianza, trabajar de forma constante para tener seguridad en el futuro. La idea es tener una reserva, no estar siempre a cero gastando lo mismo que invertimos y mucho menos llegar a estar en números rojos. Igual que ocurre con las cuentas bancarias, en muchas ocasiones nos resultará más placentero hacer ingresos que retiros y, si uno de ellos nos es denegado, es muy probable que perdamos una gran parte de la confianza que habíamos depositado en la otra persona.
Las sonrisas, las buenas palabras, la integridad personal, los buenos momentos compartidos y las promesas cumplidas formarán una buena base para afrontar los conflictos que vengan. Cualquier acto de cuidado hacia el otro, como llevarle un vaso de agua o enviarle un mensaje agradable sin ningún motivo, nos aportará satisfacción y seguridad.
Recuerda que en las relaciones, especialmente en aquellas más cercanas, todo aquello que hagas por ti y por tu salud física y mental también se convertirá en una aportación positiva. ¿Te gusta arreglarte? Estarás aportando frescura. ¿Te gusta comer sano? Estarás aportando salud. ¿Tienes tus valores personales muy trabajados? ¿Has hecho un proceso de crecimiento personal? Estarás aportando integridad y fortaleza.
No llegues al agotamiento emocional
Hacer ingresos en una cuenta bancaria emocional no necesariamente implica un gran sacrificio. Es algo que debe generar beneficios para las dos personas implicadas. Hay muchas formas en las que puedes hacer aportaciones y la mayoría de ellas no cuestan mucho esfuerzo. Es más, resulta mucho más eficaz hacer aportaciones pequeñas y constantes que un gran regalo emocional al otro solo cuando ves peligrar la relación. Recuerda hacer un ingreso cada vez que retires algo (¿le has pedido ayuda? dale las gracias de forma sincera) y no sigas invirtiendo en una cuenta si nunca encuentras nada que retirar.
¿Cómo están tus cuentas emocionales? Comparte tu experiencia y deja un comentario.
¡Un abrazo!