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La cuenta bancaria emocional

La cuenta bancaria emocional

El escritor Stephen R. Covey creó una metáfora sobre las relaciones humanas en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. Explicaba que la confianza crece de un modo similar al del capital de una cuenta bancaria y que para tener una relación sana con alguien es necesario que nuestras aportaciones sean superiores a nuestros retiros.

Es habitual tener una sensación de alivio y seguridad cada vez que ingresamos dinero en el banco: cada ingreso permite que crezca nuestra reserva y que podamos retirar una cantidad de vez en cuando. Después de un retiro, nos comprometemos mentalmente a volver a ingresar, para volver a esa sensación tan agradable.

En las relaciones humanas pasa algo similar: construimos la confianza a partir de pequeños y grandes actos hacia el otro y, a cambio, esperamos obtener ciertos recursos emocionales cuando sea necesario. Nuestro nivel de ingresos ha de ser constante y suficiente para cubrir los gastos que vayan surgiendo y nunca quedarnos en números rojos.

¿Qué ocurriría si fuéramos al banco a retirar nuestro dinero y no nos lo dieran? Dejaríamos de confiar en esa empresa y pensaríamos que no tiene sentido ingresar dinero en la cuenta. Del mismo modo, si invertimos en una relación que no nos devuelve lo mismo, llegaremos a la conclusión de que la relación no tiene sentido.

 

¿Cómo podemos hacer ingresos en nuestra cuenta bancaria emocional?

Según Covey, hay 6 formas de ir construyendo confianza con otra persona:

  1. Atender a las cosas pequeñas (sonreír, ser amable)
  2. Comprender al otro (conocerlo, interesarse por él, intentar entender sus puntos de vista, etc)
  3. Cumplir las promesas que le hagamos
  4. Pedir perdón si nos equivocamos (y comprometernos a no cometer los mismos errores una y otra vez)
  5. Demostrar integridad personal
  6. Decirle qué esperamos de él/ella

 

¿Cuándo quiebra la cuenta?

Imagina tener como pareja a una persona que te habla de forma poco cariñosa, que a veces te mira con desprecio, que no te escucha cuando tenéis algún desacuerdo, que incumple sus promesas, que desvía la culpa hacia ti cuando se equivoca (o desaparece hasta que lo/la perdonas), que no tiene unos valores definidos sino cambiantes y que espera cosas de ti pero no te las dice. Te resultaría imposible confiar en esa persona, especialmente si hubieras invertido emociones y tiempo en ella.

Lamentablemente, es habitual encontrarse alguna vez con este tipo de relaciones, hacer ingresos en una cuenta emocional que constantemente se queda en números rojos porque el otro no invierte nada. Puedes notar ese descubierto de muchas maneras, por ejemplo:

  1. Siempre escuchas sus quejas cuando está triste, pero cuando tienes un mal día y necesitas que te anime no te presta atención.
  2. Haces una broma que normalmente le hace sonreír y, de pronto, te dice que nunca le ha hecho gracia.
  3. Trabajas activamente para aumentar la autoestima de tu pareja y, cuando lo consigues, te dice que merece a alguien mejor que tú. 

Es normal que se generen ciertos gastos con el paso del tiempo y debido a la rutina. A veces son gastos imprevistos, quizás descargamos nuestras emociones negativas sobre la otra persona después de un día agitado en el trabajo, descuidamos nuestra imagen en una cena romántica que el otro ha preparado con mucho cariño u olvidamos cumplir algo que habíamos prometido. Por este motivo, igual que ocurre con nuestras cuentas bancarias, es importante que hagamos aportaciones constantes y que siempre tengamos una reserva.

Si hemos hecho un buen trabajo al construir la confianza, en momentos de crisis, podremos recurrir a nuestro capital emocional para arreglar las cosas. Tendremos recursos si necesitamos retirar un extra y no nos quedaremos en números rojos cada vez que haya un imprevisto. Por otra parte, nos ahorraremos la angustia que supone no saber si vamos a llegar a fin de mes o nos van a cerrar la cuenta.

 

¿Cómo tener una cuenta bancaria emocional saneada?

Invertir en una relación es invertir en confianza, trabajar de forma constante para tener seguridad en el futuro. La idea es tener una reserva, no estar siempre a cero gastando lo mismo que invertimos y mucho menos llegar a estar en números rojos. Igual que ocurre con las cuentas bancarias, en muchas ocasiones nos resultará más placentero hacer ingresos que retiros y, si uno de ellos nos es denegado, es muy probable que perdamos una gran parte de la confianza que habíamos depositado en la otra persona.

Las sonrisas, las buenas palabras, la integridad personal, los buenos momentos compartidos y las promesas cumplidas formarán una buena base para afrontar los conflictos que vengan. Cualquier acto de cuidado hacia el otro, como llevarle un vaso de agua o enviarle un mensaje agradable sin ningún motivo, nos aportará satisfacción y seguridad.

Recuerda que en las relaciones, especialmente en aquellas más cercanas, todo aquello que hagas por ti y por tu salud física y mental también se convertirá en una aportación positiva. ¿Te gusta arreglarte? Estarás aportando frescura. ¿Te gusta comer sano? Estarás aportando salud. ¿Tienes tus valores personales muy trabajados? ¿Has hecho un proceso de crecimiento personal? Estarás aportando integridad y fortaleza.

 

No llegues al agotamiento emocional

Hacer ingresos en una cuenta bancaria emocional no necesariamente implica un gran sacrificio. Es algo que debe generar beneficios para las dos personas implicadas. Hay muchas formas en las que puedes hacer aportaciones y la mayoría de ellas no cuestan mucho esfuerzo. Es más, resulta mucho más eficaz hacer aportaciones pequeñas y constantes que un gran regalo emocional al otro solo cuando ves peligrar la relación. Recuerda hacer un ingreso cada vez que retires algo (¿le has pedido ayuda? dale las gracias de forma sincera) y no sigas invirtiendo en una cuenta si nunca encuentras nada que retirar.

 

Una relación sana estará llena de sonrisas, palabras amables, buenos momentos compartidos y promesas cumplidas. Cuando surjan problemas, se podrán solucionar gracias a la gran reserva emocional disponible. -       
 

¿Cómo están tus cuentas emocionales? Comparte tu experiencia y deja un comentario.

¡Un abrazo!

La profecía autocumplida

La profecía autocumplida

¡Sabía que me dejarías!

A veces estamos seguros/as de que nuestra pareja nos va a engañar o va a romper la relación. Por ese motivo, intentamos actuar con cuidado y vigilar los posibles indicios que lo anticipan, procuramos no dejar ningún cabo suelto pero, finalmente, ocurre lo que esperábamos. En ese momento, se confirma nuestra teoría y nuestros esquemas mentales se vuelven aún más rígidos.

Una profecía autocumplida es el proceso mediante el cual una falsa creencia acaba provocando que un hecho esperado se convierta en realidad. “Cuidado con lo que deseas…” dirán alguno/as, y es que parece haber una correlación entre aquello que creemos que sucederá y lo que acaba sucediendo realmente.

Para poder hablar de profecía autocumplida tiene que haber pocos indicios (o muy ambivalentes) de que algo pueda ocurrir, y al menos una persona que, en base a esa serie inconsistente de señales, ponga en marcha un conjunto de actitudes y comportamientos que acaben causando que eso que teme se haga realidad.

 

Todo empieza con una creencia inicial

En el ámbito de la pareja, suelen verse dos profecías autocumplidas, la de la infidelidad y la de la ruptura.

  1. “Sé que me va a ser infiel”: quienes dicen este tipo de frases, suelen ser personas que han sido engañadas previamente en otras relaciones o que tienen problemas de autoestima. Estas pueden pensar “todos/as son iguales”, “yo no merezco una relación exclusiva” o pueden tener cualquier otra creencia no probada que la haga empezar a construir ideas sobre un falso suelo.
  2. “Sé que me va a dejar”: puede ser una frase repetida por personas que han vivido relaciones que siempre han terminado de la misma manera, personas que tienen una baja autoestima o miedo a sufrir y prefieren no ilusionarse.

 

Estas personas pueden interpretar cualquier hecho como una señal

Tienen sesgos cognitivos: seleccionan datos que podrían confirmar su creencia y desechan aquellos que la descartan. Finalmente cuentan con una serie de señales muchas veces inconexas pero que en su mente tienen relación:

“Mi novio tiene una compañera que se llama igual que su ex y el martes desayunaron juntos. Eso fue a las diez de la mañana y hoy, domingo, a la misma hora, le ha sonado el teléfono y todavía no me ha contado quién es”.

Este sería un ejemplo de información sesgada; podría ser que no tuviera nada que ver un dato con el otro, que estuviera obviando otras cosas, incluso sería posible que al novio le resultara molesto, y no agradable, recordar el nombre de su ex. No obstante, son datos que en última instancia podrían confirmar la infidelidad, y eso para la persona profeta significa coherencia y tranquilidad (por contradictorio que parezca).

 

Esa falsa creencia es tomada como una verdad absoluta

Después de varios sesgos cognitivos que aparentemente confirman su creencia, empieza la fase defensiva: quien está seguro de que se acerca una ruptura o una infidelidad, puede dejar de aportar cosas a la relación o tomar una actitud defensiva y hostil.

Esa falta de aporte positivo a la relación, la actitud defensiva y la hostilidad constantes pueden hacer que su compañero/a sufra hasta límites insospechados y acabe sintiendo rechazo y buscando consuelo en alguien más. Entonces la primera persona dirá “¡Lo sabía! ¿Lo ves como yo tenía razón?”

Si tomas como verdadero un futuro que todavía es incierto estarás eliminando tu potencial para cambiar las cosas -       

Como podrás ver, muchas veces la profecía se cumple porque hemos empezado a actuar en negativo y hemos dejado de aportar y cuidar todo aquello que era realmente necesario. Es decir, que las actitudes defensivas (y la falta de aportes positivos) son realmente la causa del desenlace derrotista que habíamos vaticinado.

 

¿Hay algo que puedas hacer?

No puedes controlar lo que piensas, pero sí tu comportamiento: no actúes como si tu profecía realmente se hubiera cumplido. Pon en duda tu creencia (que al fin y al cabo te hace daño) y dale a tu pareja el beneficio de la duda.

Si estás profetizando una infidelidad…

  1. Pregúntate si es en base a relaciones anteriores
  2. Busca, como mínimo, una explicación alternativa para cada una de las señales que creas encontrar
  3. No hables constantemente de este miedo con otras personas, no dejes que tu angustia invada tus otros terrenos; hazlo al revés: deja que los otros ámbitos de tu vida te distraigan y le quiten importancia a tu temor
  4. No lleves a cabo comportamientos controladores para “quedarte tranquilo/a”, solo alimentarás a tu miedo y seguirás concentrado/a en el mismo tema
  5. No cometas tú una infidelidad para vengarte de antemano
  6. Crea momentos bonitos con tu pareja
  7. Ten una comunicación fluida y de calidad y favorece vuestra unión emocional (esa suele ser la forma más segura de tener una relación sana y fuerte a la que no entren terceras personas).

 

Si estás profetizando una ruptura…

  1. Reflexiona sobre cómo acabaron tus relaciones anteriores
  2. Toma conciencia de tus cualidades positivas
  3. Ábrete a una conexión emocional sincera con tu pareja
  4. Planifica momentos bonitos con ella
  5. Sé cariñoso/a
  6. Aporta cosas positivas a la relación, en vez de estar pendiente de ganar todo lo que puedas dando lo mínimo posible
  7. No amenaces con romper la relación para sentirte poderoso/a
  8. Reflexiona sobre vuestros proyectos y sueños en común como pareja
  9. Mantén una comunicación fluida y de calidad

 

Entonces, ¿qué harías si tu pareja estuviera siendo fiel y pensara seguir contigo? ¿Cómo te comportarías? A falta de pruebas claras que confirmen lo que temes, ¡disfruta de tu relación!

 

Cuando estás confinado/a lejos de tu pareja

Cuando estás confinado/a lejos de tu pareja

8 ideas para fortalecer la relación

Durante esta etapa de confinamiento por el COVID-19, es posible que algunas parejas que han tenido que separarse estén pasando por cierto nivel de angustia. Hay historias de todas las clases: personas que empezaron su relación justo antes del decreto, parejas que ya llevaban tiempo pero que están separadas porque a uno/a de los/as dos le pilló fuera de la ciudad, personas que se dedican a la medicina y no pueden estar en casa durante este tiempo…

La separación forzada hace que salgan a la luz algunos miedos, especialmente en las parejas menos consolidadas: ¿Se olvidará de mí? ¿Valdrá la pena continuar con la relación a distancia? ¿Hemos perdido la oportunidad de iniciar una convivencia al confinarnos por separado?

 

No va a olvidarse de ti

Al menos, no a causa del confinamiento. ¿Te imaginas que se olvidara de todas las personas a las que no pudiera ver durante este tiempo? Las relaciones se rompen por muchas causas, pero esperar para tener contacto físico no suele ser una de ellas. De hecho, si estuvierais en el mismo lugar, sería aconsejable mantener cierta distancia física para evitar posibles contagios. Y, ¿sabes qué?

Tan solo unas décadas atrás, cuando nuestros abuelos se conocieron, la mayoría no se veía a diario. Se enviaban cartas, se llamaban por teléfono para hablar algunos minutos, esperaban días y días entre citas y, a pesar de eso, lograban un vínculo tan fuerte que sobrevivía a un año de servicio militar, a muchas horas de trabajo al día y a veces a largos períodos sin comunicación. Esa solidez, en la mayoría de casos, se debía a que tenían muy claro su proyecto en común.

Así que, estos días, aprovecha las facilidades tecnológicas para mantener una comunicación fluida, pero no te angusties si en algunos momentos no habláis, ni caigas en la trampa de controlar las horas a las que se conecta o desconecta el/la otro/a, céntrate en descubrir vuestra misión como pareja, aquello que os mantiene juntos.

 

Si la relación vale la pena, también valdrá la pena esperar

La distancia actual no es para siempre, no vais a tener que enfrentaros a los pros y contras de una relación sin cariño físico, porque es simplemente una situación temporal. Si la relación vale la pena, será en base a lo que ya hayáis vivido, a los objetivos comunes o a lo que tengáis pensado para después del confinamiento (y no a lo que ocurra durante este).

Obviamente, es cada persona quien ha de valorar si, en su caso, prefiere seguir en contacto o dedicar estas semanas a estar consigo misma. Pero si te angustia pensar que, ahora que no estás, la otra persona reflexione un poco y decida separarse de ti, recuerda que es algo que hubiera ocurrido, de todos modos, en otro momento de la relación.

 

¿Habéis perdido la oportunidad de iniciar una convivencia?

Quizás sientes que hubiera sido bonito estar juntos/as durante un tiempo en la misma casa, vivir junto a él o ella este gran sentimiento de unión que se está propagando estos días. Crear juntos un refugio donde sentiros protegidos/as e intercambiar cariño. Y es que, a veces, idealizamos la intimidad con la persona amada y la buscamos en grandes cantidades.

No obstante, siempre pensamos en esa intimidad desde la libertad, y lo cierto es que empezar a vivir con alguien en un momento en el que hay limitaciones para salir a la calle puede llegar a ser una mala idea: las discusiones que necesariamente se darán por el inicio de la convivencia se verán agraviadas por la falta de espacio personal, la imposibilidad de salir a despejarse y la carga emocional que cada uno lleve encima debido a la situación que atraviesa el mundo.

Aunque podría parecer que estar encerrados nos obliga a solucionar los problemas, una primera convivencia muy problemática puede hacer que, cuando acabe el confinamiento, la pareja guarde un recuerdo negativo de esa experiencia y no la quiera repetir.

Incluso las parejas que llevan muchos años juntas, pueden sufrir una crisis cuando se jubilan y tienen que enfrentarse a pasar todo el día en el mismo espacio. Imagina si, al mismo tiempo, tuvieran que enfrentarse a un confinamiento.

Entonces, si estás separado/a de tu pareja, ¿qué puedes hacer para tener una experiencia más bonita?

 

8 ideas para fortalecer la relación si has tenido que confinarte lejos de tu pareja.

Aquí van algunas ideas que puedes poner en práctica estos días para que tu relación de pareja se fortalezca y os sintáis más unidos:

  1. Aprovecha para mejorar alguna habilidad y sorprende después a tu pareja. ¿Qué te parece si aprendes a hacer algún truco de magia? Hay muchas opciones online. Seguro que, cuando os juntéis, pasaréis un buen rato juntos y le resultará atractivo verte brillar en un ámbito nuevo.
  2. A pesar de la distancia, podéis hacer un diario de confinamiento juntos/as. Podéis guardar capturas de pantalla de vuestras conversaciones, seleccionando momentos divertidos o importantes para vosotros. También podéis guardar pantallazos de vuestras videollamadas, y unir las imágenes a pequeños textos a mano sobre cómo os sentís cada uno.
  3. Podéis escribiros cartas y haceros dibujos, ¡a mano tiene más emoción! (es una manera divertida de volver un rato a la infancia, o de experimentar lo que hacían nuestros abuelos). Si no queréis enviarlas por correo, podéis hacerles una foto y enviárosla de otro modo, o guardarlas para vuestro reencuentro, a modo de sorpresa.
  4. Busca una canción que te recuerde a esa persona y envíasela. ¿Cuánto tiempo hace que no hacéis algo así? ¿Te atreves a cantársela?
  5. Alguna vez, en vez de hacer videollamada, podéis enviaros un vídeo explicando lo que habéis hecho durante el día. La videollamada no queda grabada pero el vídeo sí, y eso os hará buscar un resultado positivo (quizás os pondréis más guapos/as o explicaréis lo más interesante). Quizás sintáis incluso un poco de nerviosismo o vergüenza, y eso en cierto punto es emocionante porque os puede recordar a las primeras citas.
  6. Haz una lista con 5 cosas que te gustan de tu pareja, en un papel que pueda llevar doblado en su bolsillo. Pídele que haga lo mismo para ti. Os lo podéis enviar por correo o entregároslo cuando os veáis.
  7. Cualquier trabajo personal de autoestima tendrá efectos positivos en la relación. Cuídate y haz cosas contigo mismo/a, aunque te resulte extraño (toma un baño largo, cocina algo elaborado para ti solo/a). A veces es incómodo pasar tiempo con uno mismo, pero es una experiencia enriquecedora.
  8. ¿Queréis una foto de vuestra unión emocional? Recortad un DIN-A-4 por la mitad, cada uno/a, en una de las mitades, tiene que dibujarse a sí mismo/a. Podéis pintar el fondo como queráis (cuantos más colores, mejor, y no vale preguntar al otro lo que ha hecho). Cuando os juntéis, podéis poner un dibujo al lado del otro y enmarcarlo. Quedará un dibujo de los dos. Podéis dibujaros con una mano extendida para que, al juntarlos, ambos se den la mano.

 

Son ideas que pretenden fomentar la autoestima, la creatividad y el vínculo de ambos miembros de la pareja. Algunas servirán para tener un recuerdo más positivo de esta etapa, en la que habréis estado separados pero emocionalmente unidos. En parejas nuevas ayudarán a mantener la emoción de los primeros meses y a crear una unión fuerte y, en relaciones más consolidadas, se podrán reavivar ciertas emociones que, con el tiempo, suelen calmarse.

 

 

Una primera convivencia muy problemática puede hacer que, cuando acabe el confinamiento, la pareja guarde un recuerdo negativo de esa experiencia y no la quiera repetir. -       

¿Tu pareja y tú os habéis confinado por separado? ¿Se te ocurre alguna idea más para fortalecer vuestra relación? ¡Deja un comentario!

¡Un abrazo!

¿Dos no se pelean si uno no quiere?

¿Dos no se pelean si uno no quiere?

Los peligros de ser demasiado conciliador

Este antiguo refrán nos enseña la importancia de no caer en provocaciones y mantener la calma con el objetivo de evitar una discusión. Eso puede estar bien si hablamos de dos persona que no se conocen mucho o que tienen poco trato, pero conlleva algunos peligros para quienes tienen una tendencia muy conciliadora y se relacionan bajo ese principio en su círculo más íntimo.

Las personas discutimos con dos motivaciones básicas:

  1. Llegar a un acuerdo
  2. Provocar un problema

 

# Cuando discutimos para llegar a un acuerdo  

En el primer caso, las discusiones sirven para establecer límites y hacer que la relación evolucione. Es un medio desagradable, pero necesario, para alcanzar un fin deseado. Las dos personas buscan activamente la intersección que permita alinear las necesidades o deseos que tienen. Eso es posible porque ambas dan su opinión y llegan a un acuerdo. Es normal que las dos intenten ganar, y que una intente convencer a la otra para que esté de acuerdo con ella. Si una no marcara su terreno, sería imposible encontrar un punto de unión.

En las relaciones sanas, el problema es el malestar o la desigualdad que hay en la relación antes de discutir y no la discusión en sí, ya que esta sirve para solucionarlo. Pueden decir que hay temporadas en las que no “paran de solucionar cosas”.

 

# Cuando discutimos para provocar un problema

Algunas veces, uno de los dos inicia deliberadamente una discusión para no aburrirse, para establecer una relación de poder o para incomodar al otro, cuando percibe que todo va “demasiado bien”. Es el caso de personas que no se encuentran bien y necesitan compartir su malestar. Probablemente, al leer esto, pensarás en personas que están desvalidas y necesitan ayuda, pero no siempre es así.

Es común en personas con Trastorno Narcisista de la Personalidad y Trastorno Antisocial, o con comportamientos altamente tóxicos, buscar puntos de desacuerdo en cualquier conversación y circunstancia, con el único objetivo de discutir y crear malestar. Para ellos es agradable provocar sentimientos negativos en la otra persona y hacerle ver que está equivocada.

Es en estas ocasiones cuando la pareja del/ la psicópata o narcisista puede pensar “si pongo de mi parte, dejaremos de discutir”, y se asombra al ver que nunca es suficiente el esfuerzo. Eso ocurre porque, en el fondo, piensa que tiene la culpa de los problemas del otro. En cambio, el otro, sin empatía ni sentimiento de autorresponsabilidad, sigue provocando y haciendo daño.

A veces, dos sí pelean aunque uno no quiera

y ese uno debería aplicar una versión propia de ese refrán:

Dos no pelean si uno se marcha.    

Si detectas que tu pareja crea discusiones porque se siente incómoda con la tranquilidad, quizás debas replantearte la relación, ya que será muy difícil encontrar una intersección válida para los dos. Por otra parte, si has entrado en una dinámica de discusiones en las que prefieres que te gane, hay algo que no funciona, porque realmente es muy difícil que alguien quiera perder. Lo que seguramente sucede es que necesitas tranquilidad y descanso emocional y la relación es una montaña rusa o estás bajo los efectos de otras relaciones que sí lo fueron.

Es importante comprender que el objetivo no es evitar las discusiones, sino solucionar los problemas y, a veces, los problemas son las discusiones destructivas constantes y los daños que estas generan en la persona más conciliadora.

 

No hay que evitar las discusiones evolutivas 

Para saber si una discusión es evolutiva o destructiva puedes hacerte las siguientes preguntas:

  1. ¿La finalidad de la discusión es solucionar un problema?
  2. ¿Sirve para crear igualdad o para que uno gane poder sobre el otro?
  3. ¿Es una discusión libre de violencia de cualquier tipo?
  4. ¿Te sientes libre de dar tu opinión o prefieres ceder para que haya calma?

Es muy importante que recuerdes que las discusiones sirven para solucionar cosas y eso no significa que uno gane y otro pierda. No permitas que el “no querer discutir” te encadene a una relación de poder, ni pienses que si no te defiendes conseguirás que el otro entre en razón o evitarás los problemas. Es necesario resolver los desacuerdos de forma que la relación os siga aportando cosas positivas a los dos.

Algunas personas, por su naturaleza, no te permitirán dejar de discutir, y la forma de encontrar tu propio bienestar es apartarte de ellas.

 

A veces, dos sí pelean aunque uno no quiera, y ese “uno” debería aplicar su versión de ese refrán: “dos no pelean si uno se marcha” -       

¿Te ha ocurrido alguna vez? Comparte tu experiencia y deja un comentario.

¡Un abrazo!

Claves para afrontar la depresión… de tu pareja

Claves para afrontar la depresión… de tu pareja

 

Asumiendo el reto

Tu pareja tiene una depresión y sabes que te necesita. Al principio te lo tomaste con optimismo y pensaste que podríais superarlo, que tu apoyo, paciencia y comprensión serían suficientes para sacarla de su estado. Luego viste que no, y pensaste que le estabas dando demasiadas cosas y que tenías que ser más rígido/a. Finalmente te diste cuenta de que empezabas a sentir rechazo hacia esa persona y tu ayuda y empatía iniciales se convirtieron en actitudes negativas.

Por una parte, sabes que tienes derecho a cuidarte y protegerte y, por otra, la culpa te persigue. Necesitas personas fuertes a tu lado que te ayuden a mantener el tipo y, cuanto más te ayudan, más pones en duda los sentimientos hacia tu pareja.

La depresión es una enfermedad que afecta a la persona que la sufre y a sus allegados de una forma muy intensa, generando un gran desgaste.

 

¿Sabes por qué te enfada que tu pareja esté deprimida?

 

Los hábitos se contagian

Suele ocurrir que, cuando se forma una pareja, las dos personas tienen hábitos diferentes y, al cabo del tiempo, van cambiando y terminan adquiriendo los mismos. Por ejemplo, si una de las dos es muy deportista y la otra muy sedentaria, lo más probable es que acaben pasándose las dos a un extremo, o que la deportista baje el ritmo y la otra lo suba. Lo mismo puede ocurrir con las rutinas de alimentación o de limpieza. En pareja, especialmente si hay convivencia, los hábitos tienden a equilibrarse, porque cuesta mucho esfuerzo no mimetizarse en algún punto con el otro.

¿Cuándo te cuesta más madrugar, cuando duermes solo/a o cuando hay alguien a tu lado que sigue durmiendo?

Una persona que sufre depresión tiene tendencia a abandonar los buenos hábitos, y eso puede provocar que su pareja tenga que esforzarse el doble para mantener los suyos.

 

Quizás te estás tomando su resistencia como algo personal

Es un hecho que la depresión crea en la persona enferma pensamientos y actitudes que mantienen la patología. A veces, comentarios como “no encuentro motivos para vivir” o “necesito una motivación para seguir luchando” pueden hacer que te sientas poco importante.

También puede ocurrir que otra persona consiga motivar cambios y tú no. Quizás tu pareja te comenta que gracias a su amigo o amiga ha sonreído por primera vez en mucho tiempo y tú te frustras porque crees que tus esfuerzos no sirven de nada y que no reconoce tu ayuda.

 

A veces las personas con depresión dejan de cuidar su imagen

Con frecuencia, las personas que sufren depresión descuidan su imagen y su higiene de forma radical. A veces su pareja nota esto y puede llegar a sentir un poco de rechazo, pero no dice nada para no herirla.

 

El ritmo sexual cambia

La depresión puede acarrear cambios en el apetito sexual (a veces a causa de algunos medicamentos antidepresivos). Por lo general, el libido disminuye, pero en algunos casos también puede ocurrir lo contrario y crear una sexualidad compulsiva o descontrolada. De todos modos, son cambios sexuales que pueden generar un conflicto en la relación.

 

La actitud que toma uno sobre sí mismo es la que toman los demás

Una persona con alta autoestima consigue que los demás la quieran prácticamente sin ningún esfuerzo. Cuando una persona está deprimida toma una actitud de desprecio consigo misma y algunas veces crea un efecto halo y hace que los de su alrededor pierdan el interés por estar cerca, incluso que sientan un poco de rechazo.

 

Te sientes como una papelera emocional

Eres la persona que está más cerca de tu pareja y te toca escuchar comentarios muy negativos. A veces, lo vives como si fueras una papelera a la que va arrojando basura. Interiorizas los sentimientos con los que parece que se dirige a ti (desesperanza, enfado, angustia) y sientes impulsos de sacar un escudo y devolverle lo que te hace sentir.

 

Tus necesidades quedan a un lado

Cuando consigues animarlo/a, te dice que ya está mejor y se va a celebrarlo con otras personas. Tienes un rol de ayuda y parece que eso implique comprender y callar. Por dentro, vas generando frustración y rabia. Esta persona consume tu energía y tus fuerzas y parece que solo pretende pagarte por ello con sus mejoras.

 

Los comentarios negativos sobre la vida empiezan a afectarte

Tu equilibrio interno se resiente y se crea un pulso psicológico entre la persona deprimida y tú. Intenta convencerte de que todo es negativo y tú te defiendes peleando para no creértelo. Acabas gritando y diciéndole que es demasiado negativo/a y que con su actitud no se curará nunca.

 

Las personas deprimidas crean discusiones de la nada

A veces se sienten solas o incomprendidas y, aunque suene horrible, intentan captar la atención de las demás personas haciéndolas sentir mal. Suelen ser discusiones encaminadas a conectar con alguien, aunque sea a través de los gritos. Quieren que te des cuenta de que se encuentran mal.

 

Te hacen sentir culpable

La depresión, muchas veces, va acompañada de intensos sentimientos de culpa. En un intento de liberar un poco de carga, puede ocurrir que la persona deprimida cree situaciones en las que sea la víctima. Puede que te pida perdón muchas veces por algo que sabe que es insignificante o que te diga que has herido sus sentimientos con algún comentario que has hecho sin pensar.

Esto puede ser agotador y desesperante para las dos partes, ya que se entra en una dinámica muy triste que solo genera más negatividad. Además, como la susceptibilidad suele ser muy alta resulta muy complicado estar a la altura de las circunstancias.

Por otra parte, cuando su sentimiento de víctima se reaviva, entran en un modo “recibir atención – hacer reproches” que la mayoría de personas percibirá como un comportamiento profundamente egoísta.

 

La depresión se ha comido a tu pareja

La depresión es una enfermedad. Es evidente que no podemos pedirle a una persona afónica que hable, y menos que nos diga cosas bonitas. Tampoco podemos pedirle a alguien sin piernas que corra una maratón, o a alguien con alopecia que se esfuerce en hacer crecer su cabello.

A veces, nos cuesta un poco más comprender las limitaciones que tiene una persona cuando sufre una enfermedad mental, ya que esta no se ve. La depresión altera el comportamiento y la personalidad de quien la sufre pero, muy en el fondo, siempre queda algo de la persona que conociste, y eso es lo que puede darte fuerzas para continuar ahí.

Siempre hay unos límites:  la depresión no convierte a nadie en maltratador/a. Puedes ayudar pero jamás debes ponerte en peligro ni convertirte en el psicólogo/a de tu pareja, priorizando su bienestar a tu salud o integridad.

 

Recuerda que eres un ser humano y tienes derecho a ser imperfecto/a

Nadie te pide que aguantes todo, ni que reprimas tus sentimientos. Tienes derecho a equivocarte y a sentirte molesto/a. Piensa que tú, además de tener que esforzarte el doble para seguir con tu vida y tus rutinas, probablemente, estás pasando por un duelo: la pérdida simbólica de la persona que tenías al lado. Y además estás luchando contra comentarios negativos constantes sobre la vida y lo que te envuelve.

 

Si decides seguir ahí

Si decides seguir ahí para ayudar a la persona que quieres, vas a necesitar mucha fuerza y ánimo. ¿Estás concienciado/a sobre la depresión y quieres estar al lado de tu pareja?

  1. En primer lugar, asegúrate de que tu pareja está en manos de profesionales de la salud.
  2. Cuídate mucho. Diviértete y descansa. Todo lo que hagas por ti se lo estarás regalando también a tu pareja.
  3. Relaciónate con otras personas y, si quieres, busca un grupo de apoyo para familiares.
  4. No alimentes las discusiones que puedan surgir. Especialmente esas que no van a ningún lado.
  5. Durante un tiempo, tus necesidades se verán afectadas. Tu pareja no puede cuidarte porque ni siquiera está en condiciones de cuidar de sí misma. A veces, tendrás que esforzarte por los/as dos. Será duro, pero valdrá la pena.
  6. Guarda un espacio para ti, no te fusiones con tu pareja hasta el punto de caer también en una depresión.
  7. Recuerda todas las cosas bonitas que habéis vivido, ¡podéis hacer un álbum juntos durante los ratos que se encuentre un poco mejor!
  8. Si te pasa algo bueno, no intentes contener tu alegría para que esa persona no se sienta incomprendida. A ella le hace bien estar envuelta de cosas positivas, ¡deja que se contagie de tu entusiasmo!
  9. Todas las veces que puedas, hazle saber que te alegras de que esté contigo, de pasar tiempo juntos/as. Sube su autoestima sutilmente, sin que lo sienta forzado.
  10. No trates a tu pareja como si no supiera lo que le conviene (aunque en ese momento te lo parezca). Respeta sus decisiones, aunque algunas veces no te gusten. Piensa que su autoconcepto probablemente está por los suelos y si le das órdenes se sentirá aún peor.
  11. Si necesita hablar, y tienes ganas de hacerlo, sé cariñoso/a. Si ves que vas a gritar o a decir cosas que empeoren su estado, es mejor que trate el tema que sea con su psicólogo/a.
  12. Perdona tus errores y sé amable contigo mismo/a.
  13. Puedes ayudar, pero no pienses que eres totalmente responsable de su curación.
  14. Quizás ahora tu pareja no puede agradecerte tu esfuerzo, pero cuando se cure se dará cuenta de lo que has hecho.
  15. Recuerda que, si superáis algo así de forma positiva, vuestra relación saldrá muy fortalecida y tendréis un vínculo mucho más íntimo.

 

 

Una persona que sufre depresión tiene tendencia a abandonar los buenos hábitos, y eso puede provocar que su pareja tenga que esforzarse el doble para mantener los suyos. -       

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