
“Quien muerde la mano que le da de comer, suele lamer la bota que lo pisotea”
Cuánta verdad hay en esta frase. Cuánta gente infravalora (o, incluso, traiciona) a los buenos amigos y va detrás de aquellos que no le dan un lugar en su vida.
¿Por qué hay quien admira a aquellas personas que no le prestan atención ni le dedican tiempo?
Ahora quizás estás pensando en tu amigo Donligón, el que infravaloraba a su novia y finalmente la cambió por una desconocida que no le hacía caso. O tal vez piensas en tu amiga Doñaexcusas, que tarda varias horas en confirmarte si puede verte porque está a la espera de que alguien más importante que tú la elija como plan B.
A lo mejor, ahora te vienen a la mente todas esas cosas que hemos oído alguna vez como, por ejemplo, que no valoramos lo que tenemos o que si somos malos seremos más deseables. Porque sí, es cierto que a veces las personas vamos a por lo difícil, es algo biológico. Pero hay quien, literalmente, persigue y se desvive por la aprobación de aquel que lo pisotea y, por el camino, olvida a sus amigos y familiares más leales.
¿Por qué esas personas hacen eso?
Porque no se quieren ni se aceptan a sí mismas.
Cuando tenemos un bajo autoconcepto, pensamos cosas negativas sobre nosotros mismos. Esas cosas negativas configuran nuestra verdad, nuestra realidad. Y por eso nos parece sensato despreciar a los que nos quieren, e intentamos caer bien a aquellos que nos tratan con desprecio. Porque los segundos piensan que no somos importantes y eso nos parece realista y admirable.
En cambio, si alguien nos quiere o nos respeta nos parece aburrido. ¿Será que a esa persona le falta malicia? ¿Será que, como no nos somete a una montaña rusa, no necesitamos su aprobación?
Si lo pensamos bien, descartar o poner a la espera a alguien que nos ofrece amor y tranquilidad porque queremos que otra persona a la que no le importamos nos haga hueco en la agenda, es una clara señal de autoboicot y de falta de amor propio. Puede que, a bote pronto, sintamos que merecemos estar en la liga de esa persona inaccesible y maravillosa y que nuestro amigo incondicional (el aburrido) se nos queda corto. Puede que nuestro ego nos diga que merecemos estar relacionados con ciertas personas, que eso nos hará importantes. Pero lo cierto es que, en nuestro fuero interno, lo que hay es un grave problema de autoestima.
Dar lugar a esas personas que no nos hacen caso y dejar a la espera a quienes sí nos quieren nos lleva a adquirir hábitos de autodesprecio y a crear una red social tóxica: acabaremos rodeados de personas que no nos hacen caso y que, por tanto, reforzarán nuestro sentimiento de inferioridad. Cuando toquemos fondo y queramos recuperar a nuestros verdaderos amigos, quizás ya no estarán ahí. Y volveremos a encontrarnos con nuestra herida inicial.
No es justo, ni lógico, ni sensato elegir amistades o parejas que nos dejan para después, especialmente cuando lo hacen porque saben que nos tienen ahí y que pueden tirar de la cuerda 20 metros más. Si, además, nos dejan a la espera con el objetivo de dar espacio a alguien que los pisotea, debemos retirarnos de la vida de esa persona. También tenemos que saber decir que no cuando nos llame para depositar la basura emocional que generaron los inaccesibles.
Así que, si estás en la posición del que espera, por favor, valora tu tiempo y cuida de tus emociones. Alguien que no te valora (o que se permite traicionarte) porque eres estable o entregado es alguien que no puede aportarte nada, al menos en este momento. Dedica tu tiempo y tu energía a quienes quieran construir momentos y experiencias contigo. Te darás cuenta de que cada amigo y familiar que te quiere es un tesoro y, rodeado/a de gente que es amable contigo, tu autoestima, tu autoconcepto y tu calidad de vida mejorarán hasta límites insospechados.
¿Te ha ocurrido alguna vez? ¿Cómo lo has solucionado? Comparte tu experiencia y deja un comentario.
¡Un abrazo!