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Este es el gran secreto para dejar de sufrir por amor

Este es el gran secreto para dejar de sufrir por amor

Hay gente que no sufre por amor o, al menos, que solo sufre lo justo y necesario. Son personas que mantienen relaciones felices y plenas y que saben que el mundo no se acaba si pierden a esa pareja o si no resulta ser lo que ellas esperaban.

Parece que son personas seguras de sí mismas y carismáticas, y que nacieron con esa facilidad. Hablan con todo el mundo y conocen gente con una rapidez espasmosa y, si la sociabilidad no es lo suyo, tienen tan claros sus propósitos vitales que resulta casi imposible apartarlas de su camino o hacer temblar sus pilares.

Es en medio de todas esas características y circunstancias vitales orbitantes donde está el secreto que determina la estabilidad de esas personas: el centro emocional. Ese ecosistema psicológico que nos da identidad, sentido y propósito.

En ese sentido, hay una canción de Alejandro Sanz que, a pesar de su antigüedad, no deja de impactarme. En ella dice: “Te escribo desde los centros de mi propia existencia, donde nacen las ansias, la infinita esencia”. Pues la cosa va por ahí: desde ese centro no tienes que escribirle ni hablarle a nadie. Necesitas esa energía para vivir. Ese centro es tuyo y solo tuyo y jamás debes permitir que tu esencia, tu ansiedad y tu energía vital estén dirigidas hacia tu pareja.

 

Aprendamos un poco más sobre el centro emocional

Cuando hablamos de centro emocional hablamos de un espacio psicológico en el que nos encontramos en equilibrio y armonía. Ahí están nuestros hábitos, nuestras preferencias, nuestra calma, nuestro progreso y nuestras metas. Ahí estamos nosotros. De ahí emana nuestra energía y nuestra fuerza vital.

Te pondré un ejemplo para explicarme mejor: imagina que de lunes a viernes te levantas a las 8h, te acuestas a las 22h, comes verdura tres veces a la semana, vas a clase. Tienes un trabajo los miércoles que te hace feliz. En tus ratos libres haces yoga y, el fin de semana, lo dedicas a descansar y a hacer excursiones. También tienes un proyecto personal al que estás dando forma.

Entonces llega el verano y haces un viaje increíble a un país desconocido. Lo pasas muy bien y, después de un mes allí, empiezas a sentir un cierto cansancio emocional. Ya has tenido suficiente de esa experiencia, te apetece guardar esa sensación en tu mente, quedarte con las cosas positivas, volver a tu vida normal y descansar, con las energías renovadas. ¿Te suena esa sensación?

Hay experiencias que nos encantan pero, al final, nuestro cuerpo nos pide volver al equilibrio mental que conocemos y que nos genera esa felicidad suave pero duradera. Necesitamos volver a nuestro centro emocional.

Otro ejemplo: una paciente (Leire), que es muy organizada en todos los ámbitos de su vida, empezó a salir con un chico. Este siempre la invitaba a salir con poca antelación y ella empezó a ceder cada vez más. Esa espontaneidad le resultaba estresante, ya que a ella le gustaba planificar su horario cada día y gracias a eso hacía muchas cosas.

Con la llegada de este chico a su vida, empezó a organizar su agenda de otra manera, ya que no podía cerrar la planificación por si acaso al susodicho le daba por invitarla a una cita. Un día, la avisó realmente tarde y ella sacó todos sus vestidos del armario, se los probó, eligió uno y dejó el resto tirado porque no tenía tiempo de recogerlos. Mientras se maquillaba, se le cayó sobre uno de sus vestidos preferidos una caja de polvos compactos y se manchó.

Esa noche la cita no fue demasiado bien. Él no parecía tan interesado como días anteriores, o bien ella estaba más atenta a cada palabra. Lo vio menos entregado y más huidizo. Luego Leire volvió a casa, vio todo tirado y se dio cuenta de cuánto había permitido que su vida cambiara. Por supuesto, el chico no tenía un trabajo que lo obligara a avisar de las citas con poca antelación, sencillamente, hacía y deshacía a su conveniencia y lo disfrazaba con amabilidad y agradecimiento.

Leire estuvo sufriendo durante unos días hasta que decidió ocupar el tiempo que tenía y parte del que no en ver vídeos sobre cómo recuperar el interés de un hombre. Finalmente, cuando él dejó de llamarla, ella había perdido su centro, ya no tenía aficiones y estaba emocionalmente devastada. Su corta relación y la ruptura fueron tiempos de sufrimiento y vacío, que podría haber evitado si no hubiera puesto patas arriba su vida para adaptarse completamente al centro emocional de él.

 

¿Qué elementos componen el centro emocional?

Cada uno tiene sus hábitos y rutinas pero, en general, podemos hablar de nueve grandes grupos de elementos que solemos mantener en armonía o, al menos, que no deberíamos cambiar todos los días:

  1. El sueño
  2. La alimentación
  3. El entorno
  4. La salud o la práctica de deporte
  5. La vida social
  6. El trabajo o los estudios
  7. Las aficiones
  8. Los objetivos vitales
  9. El nivel de gastos

Si sueles dormir 8 horas al día, no cambies eso cuando conozcas a una persona. No empieces a comer en restaurantes que cocinan comida que no te sienta bien, no descuides el orden de tu casa, no gastes más de lo necesario ni te arruines comprando cosas para esa persona. Si dos días a la semana ibas a hacer deporte, sigue haciéndolo. No crees vacíos en tu vida y así te mantendrás en tu centro. No descuides a tus amigos y no olvides tus objetivos vitales.

Esto no quiere decir que te comportes de forma rígida o egoísta y que obligues al otro a adaptarse completamente a ti. Algunos profesionales del campo de la seducción aconsejan que no muevas nada en tu vida y que, si acaso, si esa persona quiere verte, la invites a acompañarte a hacer tus cosas, pero créeme: eso solo sienta las bases de una relación de poder que acabará siendo insatisfactoria, seguramente para ambos. Mantén tu centro, deja que la otra persona también mantenga el suyo, y adaptaos el uno al otro sin que ninguno de los dos cree un vacío en su vida.

A veces tendrás que ceder tú y otras veces él/ella, y solo así podréis crear una relación equilibrada. Si podéis mantener vuestra vida tal cual o casi tal cual era antes de empezar a salir, os llevaréis mucho mejor y os evitaréis gran parte de los reproches que suelen hacerse las parejas cuando uno ha cedido en todo y el otro no le presta la suficiente atención. 

 

Mantener tu centro emocional cuando tienes una relación es la base para evitar el sufrimiento y la dependencia. -       

¿Te ha servido este post? ¿Se te da bien mantener tu centro emocional cuando estás conociendo a alguien o iniciando una relación sentimental? Comparte tu experiencia y deja un comentario.

¡Un abrazo!

El ego en la seducción: la fina línea entre hacerse el/la interesante y dejarse pisar

El ego en la seducción: la fina línea entre hacerse el/la interesante y dejarse pisar

 

Hay miles de publicaciones que aconsejan hacerse el/la interesante como técnica de seducción. Esto, en la mayoría de casos, significa “ensalzar tu ego” y mostrarte imperturbable. Es decir, hacerle ver a la otra persona que no te importa tanto, cortar la comunicación si pasa algo que no te gusta, fingir que no te das cuenta si tarda en contestar un mensaje, no mostrar tu frustración si anula una cita, no hablar de tus emociones ni dejarte conocer demasiado, actuar como si solo fuerais amigos, etc.

Pero ojo, una cosa es no mostrar todas tus cartas o ser un poco misterioso, y otra muy distinta es llevar ese juego al límite y acabar haciendo y haciéndote daño. Y es que parece que, a estas alturas de la humanidad, es necesario recordar que tener emociones no es malo y que mostrarlas es la forma más rápida de hacerse respetar por los demás. Fingir que nada te importa es cosificarte y salir de la categoría de persona.

A veces, conocemos a alguien y entramos en una dinámica desafiante. Él cambia de planes a última hora, tú finges que no tiene importancia ni estabas ilusionada con la cita. Ella te habla abiertamente de otro chico, tú la animas a intentarlo con él y te muestras indiferente. Es una forma de decirle al otro: “ya verás como yo voy a ganar el juego”. Pero, ¿qué juego? Pensar que estáis jugando implica que hay un ganador y un perdedor y que, en este caso, el ganador es el que consiga ser más cruel y el que menos se ablande.

Y así es como te haces daño y te conviertes en una persona vacía. Así es como acabas en relaciones de poder, fingiendo indiferencia ante comportamientos denigrantes y permitiendo más de lo que deberías. Así es como acabas aceptando que te dejen para lo último, o acudiendo a una cita con alguien que no te contesta los mensajes desde hace 3 meses porque, ¿acaso vas a admitir que te ha molestado que no lo hiciera?

Si estás en una cita con alguien y ese alguien flirtea abiertamente con otra persona delante de ti, por favor, no le des a entender que puede hacerlo ni te muestres indiferente, a no ser que de verdad no te importe. Si no te asegura a qué hora vais a quedar porque aún no sabe qué le apetece hacer, no le digas que no te molesta esperar en casa a que se decida. La clave es que no mientas para hacerte el/la interesante. Sobre todo porque no responder ante un ataque no te hace interesante, más bien te hace maleable.

Entrar en un juego de este tipo con una personalidad psicopática o narcisista, puede acabar contigo. Y jugar con una persona empática te llevará a perder su interés. Porque a las personas les gustan otras personas, no los robots. Además, puedes despertar el sentido de competencia del otro y hacerlo entrar en una secuencia de comportamientos dañinos para ti con el fin de provocarte alguna emoción.

 

4 personas a las que les salió mal el juego

A continuación, cuatro testimonios de personas que llevaron demasiado lejos sus intentos de ensalzar su ego y dañaron su autoestima:

“Un día, hablando con mi ex, intenté sonsacarle si ya estaba con otra persona. Insistí y le dije que ahora éramos amigos y que me podía contar cualquier cosa. Él acabó describiendo al detalle su última noche de pasión con su nueva conquista. Fingí que no me importaba y seguí haciéndole preguntas. Cada cosa que decía era una puñalada.”  (D. 28 años)

“La chica que me gustaba, frecuentemente, me abría conversación y me preguntaba por mis planes de esa noche. Yo le decía que estaba libre y ella pasaba hasta una hora en línea sin acabar de concretar. Yo sabía que estaba valorando otros planes pero no quería exigirle una comunicación más ágil para no parecer desesperado.”  (H. 32 años)

“Una vez, una chica me dijo que se aburría mucho conmigo y que yo tendría que cambiar mi personalidad. Yo seguí quedando con ella y acompañándola a todas partes, y no cambié en nada para que no pensara que me había afectado su comentario.” (R. 32 años)

“Salí con una mujer casada que decía que detestaba a los hombres celosos. Así que me hice el fuerte miles de veces y la escuché mientras me hablaba de su marido. Un día me pidió que la llevara en coche a un centro comercial para comprar el regalo de cumpleaños de él. Lo tuvo al teléfono mientras yo esperaba y aguantaba sus bolsas. Nunca me había sentido tan utilizado.”  (L. 44 años)

 

¿Cómo evitar la trampa del ego?

Para cuidar de ti mismo/a y no caer en este tipo de juegos, recuerda…

  1. Tener emociones te hace poderoso/a, no débil
  2. Las emociones son atractivas
  3. No tienes que hacerte el/la interesante, porque ya lo eres
  4. El otro ya sabe que si te trata mal te duele, aunque finjas lo contrario
  5. Si necesitas ensalzar tu ego, probablemente es porque necesitas subir tu autoestima
  6. Si alguien te falta al respeto tienes que pronunciarte
  7. “El juego” lo gana quien no se hace daño, no quien finge o ataca mejor
  8. Las relaciones consisten en crear algo beneficioso para todos los implicados
  9. Si alguien quiere hacerte daño, no intentes conquistarlo, vete
  10. Cuando dudes de una de tus conductas seductoras, pregúntate si realmente enriquece tu autoestima o es un intento de ensalzar tu ego

 

En seducción, hacerte el interesante lleva implícita la creencia de que no lo eres. -       

¿Te ha servido este post? ¿Alguna vez te has visto envuelto/a en uno de estos juegos? Comparte tu experiencia y deja un comentario.

¡Un abrazo!

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