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Seguramente, el simple hecho de leer el título de este post te habrá provocado agotamiento. Hay personas a las que parece imposible contentar y que se pasan la vida mostrando desacuerdo, juzgando y criticando.

 

Hay formas directas de llevar la contraria:

-Ayer te dejaste la chaqueta.

-No es cierto, ya eran las 0:30. No fue ayer, fue hoy.

 

Y formas más indirectas:

-Esta mañana he ido al cine.

-Has ido al cine y has visto una película.

 

La intención del que responde es la misma: corregir y reafirmar que su punto de vista es el válido, ya sea diciendo que te has equivocado o que no has dado toda la información.

¿Y qué decir de quienes muestran emociones que anulan o absorben las nuestras? Sí, esas personas tan molestas a las que les cuentas algo con ilusión y no reaccionan o simplemente parafrasean lo que has dicho pero de una forma completamente neutra. Esa también es una forma de llevar la contraria.

 

¿De dónde nace esa necesidad de contrariar al otro?

Este fenómeno se da básicamente en dos etapas de la vida: entre los dos y tres años y en la adolescencia. Ocurre durante el desarrollo de la personalidad, etapa en la que el niño o adolescente necesita separarse emocionalmente de la familia para existir por sí mismo y reafirmar su identidad. Llevando la contraria se aísla psicológicamente y, en ese espacio que consigue, desarrolla su nueva personalidad: se hace un hueco como individuo. Finalmente, con su identidad formada, vuelve al grupo renovado y con capacidad para adaptarse a él sin perderse a sí mismo.

A menudo, esta necesidad de contrariar todo el tiempo durante la edad adulta nace de una inmadurez emocional: el adulto no ha desarrollado completamente su personalidad y ve la adaptación al medio o a una conversación como un peligro para su integridad. Es decir, en el fondo, piensa que si se fusiona con el grupo se perderá a sí mismo y, por tanto, siente un impulso de reafirmar su identidad diciendo algo diferente a lo que dice el otro o simplemente repitiendo lo mismo de otra manera, para existir de forma independiente.

-¿Crees que podríamos tomarnos un café?

-Opino que podríamos tomarnos un café.

Por si no te has fijado en la sutileza, es una respuesta que podría existir de forma independiente a la pregunta, ya que esta no sería necesaria.

A veces intentan reafirmar su identidad criticando lo que haces. Les preguntas qué les parece algo que has hecho y no dicen nada bueno. Ni siquiera dicen lo malo con cuidado ya que, para ellos, una opinión válida es una opinión contraria, negativa o incluso agresiva y decir que algo les parece bien es adaptarse y, por tanto, parecer débiles y quedar expuestos.

Estas personas pueden llegar a ser muy molestas cuando se comportan así y, especialmente, si lo hacen de forma habitual. Pero puedes pensar que, muchas veces, no es un comportamiento malintencionado sino un impulso que nace de su inseguridad, su baja autoestima y su miedo a no ser nadie dentro de un grupo.

No pretendo justificar el comportamiento, ya que todos tenemos inseguridades y no por eso atacamos a los demás, pero sí tomar en cuenta la fragilidad que se esconde tras esa aparente agresividad.

Los más sibilinos pueden querer hacerse con el hueco que tú sí has conseguido en la sociedad: te contrarían hasta que sientes su inseguridad como tuya y ellos tu antigua seguridad como suya.

También debido a esta inmadurez, algunas veces, tu pareja puede empezar a comportarse así de pronto y de forma insistente para cansarte y conseguir que termines la relación o para empezar a separarse emocionalmente de ti antes de dejarte.

Este comportamiento en la pareja, sea cual sea su motivación, es especialmente doloroso porque te priva del espacio de confianza y seguridad que debería haber en cualquier relación y te recuerda de forma agresiva y constante que no quiere formar parte de vuestro grupo de dos pero sí tener cierto dominio sobre ti: es decir, que estás solo. Acabas perdiendo la espontaneidad y eso tiene efectos muy negativos en ti y en la relación.

Y ahora vayamos al Trastorno Narcisista de la Personalidad.

Cuando el que lleva la contraria en todo tiene este trastorno, debemos entender que, además del problema de inseguridad que mencionábamos, puede existir una intención de hacer daño y de generar rabia y desesperación. Un narcisista puede interrumpirte varias veces durante una frase con la finalidad de que te sientas frustrado y ridículo. Como necesita tu derrota y tu energía como suplemento narcisista, lo hará una y otra vez para nutrirse de tus reacciones.

 

¿Cómo gestionar una situación así?

Sobre todo, recuerda mantener tu calma interior: es el otro, y no tú, quien ha decidido comportarse de ese modo, así que separa esa actitud de tu percepción de ti mismo. Evidentemente, si se trata de tu pareja, tendría que existir la posibilidad de comunicarle cómo te sientes respecto a su actitud en las conversaciones. No obstante, a veces puede ser contraproducente con según qué tipo de personas. Te propongo estas tres opciones, recordándote que, si estás con una persona narcisista, a la larga, lo mejor será el contacto cero.

  1. En mi opinión, cuando un adulto te lleva la contraria sistemáticamente, a no ser que ames el debate infinito y el enfrentamiento, lo mejor que puedes hacer es utilizar el método de la piedra gris: no reaccionar a sus provocaciones y decir solo lo estrictamente necesario, dejando que se aburra de ti.
  2. También puedes finalizar la guerra diciéndole abiertamente que te está llevando la contraria.
  3. O, si tienes mucha paciencia, puedes buscar una idea que tengáis en común y evitar el enfrentamiento de ese modo, empezando a construir desde ahí.

Las personas emocionalmente inmaduras pueden tener rasgos compatibles con el narcisismo, ya que todavía tienen esa sensación de ser el centro del universo y de que los demás están a su favor o en su contra, sin puntos medios, y no han desarrollado completamente la capacidad de empatía. Por tanto, los dos primeros métodos suelen ser eficaces con ambas clases de personas, ya que todas suelen buscar atención y aprobación. No obstante, cabe destacar que, si hablamos de una persona muy muy inmadura, podría estar buscando límites y la forma de atajar la situación sería hacerte respetar mostrándote más autoritario o haciéndole ver que su comportamiento tiene unas consecuencias. Y, a veces, ese límite o consecuencia es la ruptura.

En cuanto a la tercera opción, con según qué tipo de personas, puede resultarte imposible llegar a alguna idea en común ya que, digas lo que digas, sentirán un fuerte impulso de contrariar. Así que este método, probablemente, solo te funcionará con personas empáticas que por algún motivo estén a la defensiva en un tema concreto y tengan miedo a cambiar de opinión.

 

A menudo, las personas que llevan la contraria sistemáticamente lo hacen por inseguridad y para reafirmar su identidad: solo así sienten que existen por sí mismas. -       
 

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