“Ojos que no ven, corazón que no siente”, dice un antiguo refrán. Quizás, algún/a infiel, leerá este post agarrándose con todas sus fuerzas a ese escepticismo, o a la relatividad que aportan otras culturas sobre el vínculo exclusivo.
No hay buenas o malas tendencias en temas de exclusividad, siempre que los dos miembros de la pareja estén de acuerdo. Lo cierto es que si te has comprometido a estar en una relación monógama no tienes excusa para ser infiel, porque en el momento en que rompas tu promesa estarás causando un daño muy difícil de reparar, tanto en la relación como en la otra persona. Por eso, si aún no lo has hecho y te lo estás planteando… ¡Por favor, detente! Habla con tu pareja sobre el bache que estás pasando, opta por mantenerte fiel a pesar de las tentaciones o deja la relación si no eres feliz en ella.
El vínculo de pareja se construye sobre la amistad y el respeto. Una pareja es un equipo, una unión con un cómplice que os hace más fuertes a ambos y suma experiencias positivas a vuestras vidas. ¿Cómo se concibe que el jugador de un equipo planee una derrota para su propio compañero?
En la mayoría de casos, una infidelidad mantenida en el tiempo hace que la relación se rompa. Y no me refiero a las infidelidades confesadas, me refiero a aquellas que quedan en secreto, a las que liberan a la persona infiel y atan a la persona engañada. De repente, la relación está rota y uno de los dos miembros no lo sabe y sigue esforzándose en ella, gastando su energía en algo que ya no funciona.
¿Qué sentimientos alberga la víctima del engaño?
1. Baja autoestima: de golpe, el nivel de atención que su pareja le proporcionaba ha bajado, así que asume que algo pasa. Quizás tiene que esforzarse más o ser diferente, quizás no ha cumplido con las expectativas que su pareja tenía de ella y por eso ya no le hace caso. Empieza a buscar la culpa en sí misma.
2. Soledad acompañada: este es uno de los sentimientos más terribles que alguien puede experimentar. Estar con alguien que realmente no está ahí, dormir con un cuerpo que tiene su mente en otra parte. Esperar horas y horas a que su pareja conteste un mensaje, hacer planes para los dos mientras el otro no está. Es como estar en el desierto bajo un cielo gris que no aclara ni anochece, esperando que alguien te oriente o te diga qué hora es.
3. Obsesión y paranoia: la persona engañada se puede dar cuenta de pequeños detalles que no concuerdan. Nuestra mente está preparada para detectar incoherencias y protegernos del peligro. <<-¿Por qué dijiste que ibas a comprar si en realidad habías quedado con una chica? -Estás paranoica. Sí que fui de compras, pero acompañado de ella. Con tus dudas romperás nuestra relación.>>
4. Depresión: ante cambios inesperados, hechos que no acaban de cuadrar, la intuición puede derivar en ideas obsesivas y, en el peor de los casos, activar el sistema de alerta constante y acabar cayendo, por agotamiento emocional, en una depresión. Por otra parte, dudar de algo y que tu pareja niegue las pruebas que tú ves con claridad, puede hacer que dudes de tu capacidad para interpretar la realidad y que pierdas totalmente la confianza en ti.
5. Tristeza por la distancia emocional: el acto de engañar hará que la persona infiel cree una coraza para no ser descubierta y para no sentir culpa, a menos que se trate de un/a psicópata. Poco a poco pondrá distancia emocional con su pareja, a modo de protección personal. Irá compartiendo menos cosas con ella. Puede pensar que no se nota, pero la otra persona sí lo notará, porque podrá percibir esta coraza. No entenderá nada y se sentirá sola y confundida. El/la infiel practicará la falta de empatía para no sentirse culpable y se acostumbrará a ella.
6. Pérdida de atractivo y consecuente fracaso de la pareja: la persona engañada se defenderá del posible engaño con conductas emocionalmente agresivas o demasiado sumisas para intentar remendar sus errores, y eso lo/la hará ser y sentirse menos atractiva. Si antes quería un amor que la hiciera feliz, quizás ahora se conforme con ser la más importante de sus amantes. Por otra parte, la persona infiel, al ponerse una coraza y practicar la falta de empatía, empezará a cosificar a su pareja y verá cada vez más defectos en ella. La comunicación se resentirá y la persona engañada sentirá ese daño.
7. Pérdida de libertad: la persona engañada cree que tiene una relación que no tiene, sospecha pero sus ideas son entendidas como paranoias y pierde confianza en sí misma, se siente menos importante que antes y su autoestima baja, se siente en una cárcel y no sabe bien bien por qué. Por otra parte, la persona infiel la mantiene engañada para conseguir que siga en la relación y que no pueda elegir otra cosa. Al disminuir su autoestima, la persona engañada se siente cada vez menos merecedora de amor.
8. Disonancia cognitiva: la víctima aprende que las cosas que siempre ha entendido como señales de alerta no significan nada, que tiene que dejar de fiarse de su intuición porque lo que ve no es lo que cree. A veces, los infieles inmaduros dejan señales a propósito para sentir que la víctima, si quisiera, podría adivinar lo que está pasando, y a la vez se lo niegan. De este modo dejan en ella toda la responsabilidad en caso de que decida seguir en la relación, pensando que ellos no han engañado a nadie. Las disonancias cognitivas pueden llegar a somatizarse de distintas formas, debido al estrés emocional que genera tener varias ideas contradictorias, puede ser en forma de mareos, problemas intestinales, problemas de memoria, insomnio, resfriados constantes, etc.
9. Miedo en las siguientes relaciones: la persona víctima del engaño, en posteriores relaciones, puede ser más desconfiada de lo normal o incluso obviar señales claras de engaño, porque aprendió a no fiarse de sí misma. Si el infiel hubiera roto la relación antes o hubiera confesado rápidamente el engaño, y la víctima no hubiera hecho todo ese proceso de desconectarse de su intuición y emociones, todo hubiera sido mucho más fácil para ella. Hubiera hecho el duelo de la relación sin secuelas en su autoestima, capacidad cognitiva, estado de ánimo y confianza.
Engañar a alguien es como ponerle un poco de veneno en la sopa. Quizás solo nota una pequeña diferencia de sabor, quizás piensa “¿Cómo va a hacerme algo así? Soy una mala persona por imaginármelo” o quizás no nota nada y se la toma sin problemas… pero algo dentro de ella empezará a funcionar un poco peor, creará un daño y hará que ese día sea un poco más costoso y menos feliz.
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¡Un abrazo!