Llevabas varios meses, o incluso años, saliendo con alguien que decía que en ese momento de su vida no quería un compromiso. Te lo dijo desde el principio pero pensaste que, si seguías ahí, lograrías que cambiara de opinión. Después de esperar durante un largo tiempo y dar lo mejor de ti, conoció a otra persona y, poco después, estaba haciendo por ella todo lo que habías anhelado para ti, e incluso le estaba rogando que tuvieran una relación comprometida.
¿Te suena esta situación?
Lo habitual es que, si te ha ocurrido algo así, acabases maldiciendo a ese hombre/mujer por haberte mentido, por decirte que no quería ningún compromiso en ese momento, cuando en realidad sí que lo quería, pero no contigo. ¿Tiene la culpa de no querer un compromiso contigo? Evidentemente no. Tiene la culpa de haberte manipulado para que aceptes la situación, de haber usado las palabras “en este momento”. Por una parte, vio la posibilidad de sacar provecho de esa relación sin normas si te mantenía ahí y, por otra, pensó que te resultaría doloroso oír que no quería nada serio contigo. Pero lo más seguro es que, conscientemente, nunca haya querido hacerte daño.
A continuación te doy algunos de los motivos que realmente pueden causar que alguien esté emocionalmente impedido para empezar una relación estable:
-Acaba de terminar otra
-Acaba de morir un ser querido para él/ella
-Está implicado/a en un proyecto profesional muy importante y necesita poner ahí toda su atención
-Tiene una crisis personal
-Está enfermo/a o alguien querido lo está
-Su vida es realmente un conjunto de viajes de negocios
Ahora, veamos los argumentos que suelen dar las personas que solo pretenden aprovecharse de ti:
-Ahora no es un buen momento para tener una relación
-Tengo que estar concentrado/a en mí
-No quiero un compromiso con nadie porque no me gustan las relaciones de pareja
-No tengo tiempo para dedicar a una pareja (pero sí para tener encuentros sexuales con otras personas)
-No eres tú, soy yo
Entonces es momento de ser valiente, y preguntarte a ti mismo/a: si apareciera el hombre o mujer de sus sueños, ¿seguiría sin tiempo y sin ganas? ¿Se vería obligado/a a rechazar esa relación debido a sus circunstancias vitales del momento? En las seis primeras situaciones, probablemente sí. En las cinco últimas, no.
Imagina que entras a una tienda de ropa y, cuando la dependienta viene a ayudarte, le dices que en ese momento de tu vida no quieres comprar nada (realmente así lo crees) y que solo quieres mirar. Entonces ves la prenda de tus sueños, esa que siempre has querido tener y solo queda una. Sientes el impulso de probártela y te queda bien. Entonces sientes otro impulso, el de comprarla, y piensas “¡No! ¡No me viene bien comprar esto ahora mismo!”. Pero, mientras lo piensas, miras en tu monedero a ver cuánto dinero llevas. Finalmente, a pesar de esa vocecita que te dice que no lo hagas, ahí estás, en la caja, entregando tu dinero y agarrando la bolsa con ilusión y ganas de llevar eso puesto a todas partes.
Si hubieras visto esa misma prenda de otro color, con otro bordado, con botones en el cuello, quizás no te hubieras dejado convencer, no habrías salido de tu esquema. No obstante, esa era la prenda de tus sueños y debías hacer una excepción. Y si no hubieras llevado dinero encima, hubieras movido cielo y tierra para que te reservaran esa prenda exclusiva hasta que pudieras ir a pagarla.
¿Qué ocurre cuando aceptas esperar a alguien?
Si decides, sin que te lo hayan pedido, esperar a que el otro cambie de opinión sobre el compromiso mostrándole lo mucho que puedes ofrecer, lo que ocurrirá, casi invariablemente, es que esa persona tomará aquello que le des y luego seguirá rechazando el compromiso.
Imagina ahora, de nuevo, el escenario de la tienda. Ves una prenda que te gusta bastante pero no estás dispuesto/a a pagar por ella. La dependienta se percata y te dice: “¿No quieres pagar ahora? ¡No importa! Llévatelo y úsalo un par de veces a ver qué tal te sientes. Luego, si quieres, vuelve a pagarlo o nos lo devuelves y no pasa nada.”
Puede que pienses tres cosas:
1. Lo usaré algunas veces y luego lo devolveré poniendo cualquier excusa.
2. Mejor no me lo llevo, o me lo llevo con mala cara y diciendo que no lo compraré, para evitar que me pidan explicaciones cuando lo devuelva.
3. ¿Me lo prestan gratis? ¡Seguro que es una trampa!
Por lo general, las cosas gratuitas crean desconfianza. Te hacen pensar que tienen muy poco valor o que hay una trampa detrás. ¿Quién no ha pensado nunca en ir a la clase de prueba de un curso y luego desaparecer? Es parte de la naturaleza humana.
¿Qué tiene la nueva pareja que no tengas tú?
En la mayoría de casos, nada. Quizás es mejor que tú en algo, pero no es esa la cualidad que le ha hecho estar con ella. Esa nueva persona es, sencillamente, alguien que se ha mantenido independiente y que ha sabido marcar límites. Es alguien que le puso un precio al vestido desde el principio sin obligar a nadie a comprarlo y no entregó su tiempo ni sus recursos dejando ver que no tenían valor.
En otros casos, esa otra persona tiene una personalidad mucho más afín o realmente le gusta más por algún motivo. Pero, por lo general, se tratará de alguien que se lo puso un poco difícil, porque es el hecho de que una relación sea imposible lo que hace que alguien con miedo al compromiso recule en su decisión.
Es habitual que las personas que quedaron en la categoría “amigos con derechos” se obsesionen con la nueva pareja y hagan auténticas investigaciones a través de redes sociales o posibles amigos en común. Lo cierto es que hacer eso solo les lleva a retrasar su propia recuperación y a encontrar cualidades en el otro/la otra que ni siquiera son reales.
¿Cuál es la mejor opción cuando alguien te dice que no quiere un compromiso?
Tienes que tener en cuenta varios aspectos. ¿Cuáles son las circunstancias personales de tu amigo/a? ¿Te ha pedido tiempo o te ha dicho que no quiere comprometerse y tú has decidido esperar? ¿Tiene un motivo de peso para no comprometerse en este momento?
Debes tener claro que si decides esperar a alguien sin que te lo haya pedido luego no puedes reclamar. Por otra parte, si es la otra persona la que te ha pedido que esperes, quizás sea porque no tiene los recursos emocionales para decir directamente que no, y en ese caso tienes que actuar pensando solo en ti y alejarte. Por encima de todo, y especialmente si acabas de conocer a esa persona y no hay mucho vínculo entre vosotros, recuerda que el mar está lleno de peces y que estar en segundo plano en la vida de alguien por mucho tiempo es algo psicológicamente devastador.
Si aún así estás seguro/a de que se trata de una mala racha y decides esperar, no pierdas la perspectiva de la realidad, mantén otras opciones abiertas y enfoca tu vida en objetivos no sentimentales. Recuerda no entregar todo si esa persona no se compromete, porque eso te hará perder tu centro e implicarte mucho más en la relación.
Por último, si es algo que te ocurre habitualmente, si sales con personas que en ese momento no quieren un compromiso y justo después conocen a alguien con quien se casan, es hora de darle un empujoncito a tu autoestima, centrarte en ti y revisar tu nivel de entrega y los límites que pones en tus relaciones.
¿Te ha ocurrido algo parecido? Comparte tu experiencia y deja un comentario.
¡Un abrazo!